A la too much, Carolina Sandoval, Nick le pidió el divorcio y la expuso

Nick Hernández, el esposo de Carolina Sandoval, se cansó y le pidió el divorcio a la escandalosa, exagerada y extravagante influencer, aunque también es periodista, pero en los últimos años, es en Instagram donde se volvió estrella, pero no sin la ayuda de el, quien por sentirse cansado de ser culpado de todo y de ser acusado de mantenido,

confesó en un video en su cuenta de Instagram (video que eliminó hace un momento, seguramente lo aconsejaron que lo hiciera, pero ya el daño está hecho, lol) que él era el encargado de hacer lo que no se veía, como encargarse de llevar al correo los pedidos y hasta ayudar a estudiar a su hija Amalia Victoria, entre otras cosas más que contribuyeron al éxito de ella como influencer y que les ha dejado mucho dinero, el cual ha sido derrochado más que todo por ella por comprar automóviles caros, alquilar un apartamento costoso en Madrid y mandar a la hija menor a un colegio privado. 

Nick era contador en Venezuela y en el tiempo que estuvieron tratandose, reconectaron porque ambos habían perdido a sus padres y terminaron casándose para ayudarlo a él a conseguir la codiciada green card, lo que da a entender que no fue amor que hubo realmente, sino conveniencia, y como muchas mujeres se desesperan por querer cumplir el sueño de casarse y tener más hijos, Carolina usó

Ni haber renovado los votos matrimoniales los ayudó.

a Nick, quien necesitado de un cambio de vida, aceptó a la loca esa, que como siempre se sospechaba, vivía una falsedad porque esa felicidad que ella mostraba era muy buena para ser cierta, y no dudo que el pobre Nick se esforzaba, pero Carolina se volvió muy orgullosa y no tomaba buenas decisiones económicas, por lo que Nick, harto de que ella no escuchara sus consejos porque era la breadwinner, la del dinero, decidió iniciar la demanda de divorcio, y aunque ella hizo creer que no lo sospechaba, Nick se encargó de desmentirla y hasta la acusó de buena actriz.

Nick dice que Carolina sólo vive pensando en la felicidad del momento, más no en las consecuencias que creer que la felicidad realmente existe y que creérsela recompensa.